En nuestros hogares, el Festival Literario fue una fiesta de sentidos: canciones que hicieron vibrar, dibujos que cobraron vida y palabras que despertaron sonrisas.
Más que una actividad, fue un viaje por la magia de la lectura desde lo lúdico, lo creativo y lo emocional. Porque cuando leer se convierte en juego, aprender se siente como una aventura.
¡Gracias a los niños y niñas por recordarnos que los libros también se sienten!